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¡Soldado caído! (Cuento)

  • Writer: laura rendon
    laura rendon
  • Mar 18, 2021
  • 6 min read

Updated: May 20, 2021


Por: Laura Rendón Aguirre


Eran épocas navideñas del año 2018, eso significaba para Dani regalos y buñuelos de la mamita Blanca. Ya estaba eligiendo qué juguetes llevar para la finca: un triciclo, la pista de trenes, el monopatín, su colección de Legos, el helicóptero a control remoto…


- ¿Daniel por qué sacaste todo esto? – preguntó Claudia, la madre de Dani- nos vamos a ir en bus y todo esto no cabe allí.

- Mami es que quiero construir un mundo en movimiento en el pasto de la finca y necesito esto- exclamó, haciendo pucheros- ¡y me faltan los juguetes de Naranja!


Figuraba en su mente un pollito peludito llamado Naranja de ese mismo color, mediano y con una cresta bien peinada. Este se convirtió en su compañero de aventuras desde que Gustavo, el padre del niño, no le compró el pollito de colores que vendían en las tiendas de Sopetrán.


- Cielo, entiende, todo esto no cabe en el bus y su papá tampoco es capaz de cargarlo. Mira que se pueden perder los juguetes y qué embale sería eso.

- Está bien… ¿Entonces qué juguetes puedo llevar con Naranja? - preguntó con desánimo.

- Lleva los Legos, el helicóptero y el oso de peluche que quieras- Claudia, al ver la cara triste de su hijo, añade- Pero acuérdese del regalo que el niño Dios le va a traer hoy de noche en la finca del papito Tulio.


Estas últimas palabras iluminaron los grandes ojotes color avellana de Dani, provocando en él una sonrisa de oreja a oreja, ya que recordó las palabras que le escribió al niño Dios.





Al recordar la carta, se dirigió a empacar en compañía de su madre los pocos juguetes que le permitieron llevar.

Al tener todas las maletas listas, la familia Restrepo tomó rumbo a la terminal del Norte para montarse en el bus que los llevaría a la finca del abuelo Tulio y la abuela Blanca en Sopetrán. Dani con entusiasmo, se sienta junto a su madre en el puesto que le correspondía.


- ¿Mami cuánto nos demoramos en llegar? -preguntó mientras jugaba con sus piernitas- es que hice una apuesta con Naranja de quién llegaría primero.

- Dani nos demoramos tipo hora y media.

- ¡No! -exclamó- Naranja me va a ganar.

- No te preocupes, lo importante es que verás a tus papitos y jugarás con Naranja en la finca.


Su madre lo abrazó con calor y dulzura, olvidando el pequeño la competencia que tenía pendiente con su mejor amigo. Es así como detrás de una ronda de mimos, Dani se quedó dormido en los brazos de ella.

El bus arrancó, y se fue directo a la vía de Urabá para pasar por el túnel de Occidente -un trayecto bajo tierra aproximadamente de 8 minutos- pasando por el corregimiento de la parte baja de Palmitas, cruzando por la partida de Ebéjico, Antioquia y el parque de recreación los Tamarindos, donde continúa el descenso hacia San Jerónimo. Al llegar, continuó con la vía a Santa Fe de Antioquia y Urabá, en la que se encuentra con el cruce a Sopetrán. En este punto, Dani despertó un poco adormilado, notando que su mamá y papá también se habían quedado dormidos. Mientras que el bus hacia el cruce, Dani escuchó algo en los puestos de adelante que llamó su atención.


- Llegar aquí me da nostalgia- comentó la mujer de adelante mientras miraba hacia la ventana- hace un tiempo no venía desde que la guerrilla me echó de mi finca.


A Dani se le hizo rara la palabra guerrilla, no la había escuchado antes, ¿era una enfermedad?, no, ¿un animal?, tampoco.


- ¿Hace cuánto no venía? – manifestó el hombre que se encontraba al lado de la señora.

- Hace cinco años, esa gente me quitó la casa y un hijo.


“Esa gente”, fue la frase clave para que Daniel dedujera que la guerrilla era un grupo de personas que hacían cosas malas. Al pensar en eso, paró más oreja para saber qué seguía, pero, su madre despertó, robando toda su atención.


- Hola mami – le dijo Daniel con una sonrisa- me desperté primero que tú.

- ¿Descansaste bien? – preguntó mientras le pasaba su mano en el cabello del niño.

- Síp - afirmó - ¿ya casi llegamos?

- Ya casi hijo, el bus va a parar en el restaurante del Mono para que la gente baje y compren unas cositas.

- ¿Nosotros vamos a comprar algo?

- Sí, tu papá va a bajar para comprarle la parva que le gusta a tu papito Tulio.

- ¡Sí!, a papito y a mí nos gusta comer almojábanas con buñuelos y chocolate caliente.

- Exactamente.


Llegaron alrededor de las 3:20 de la tarde. El papito y la mamita los recibieron con una cálida bienvenida, dejándolos pasar para que acomodaran la ropa y los pocos juguetes que habían llevado de Daniel.


- ¿Papis puedo salir a jugar? – preguntó el pequeño mientras se sentaba en la cama que se encontraban sus padres.

- Dani, juega mañana mejor – le dijo su madre- no te pongas a sacar todos esos chécheres.

- Déjalo ir Claudia- comentó el padre de Daniel- después él bien juicioso recoge los juguetes.

- Bueno pues – permitió la madre del pequeño.


Así que, con permiso de sus padres, Dani sacó sus juguetes hacia la zona verde de la finca. Poniendo en hilera el helicóptero, su oso de peluche, e imaginando aquellos juguetes que no pudo llevar, como su monopatín, tren y triciclo.


- ¡Atención soldado! – le gritó a su oso de peluche- ¿a dónde se encuentra el comandante Naranja?

- ¡Aún no ha llegado mi general! – le respondió.

- ¡Rayos! -exclamó- ¡comenzaremos el operativo sin él!

- ¡Sí señor!, pero… ¿Cuál es el operativo, mi general?

- ¡Recogeremos en el camino a una mujer, echada de su finca por unos malvados!, así que la llevaremos a un nuevo lugar junto a su hijo.

- ¡Señor, sí señor!

- ¡Sube al tren!, ¡yo me iré en el helicóptero con los demás!

- ¡Entendido mi general!


Es así como llegó el general Restrepo -junto con sus acompañantes- a recoger a la señora que se encontraba migrando a otro lugar, pero, ocurrió un imprevisto.


- ¿A dónde crees que vas? – dijo un señor bajo y robusto- no te la puedes llevar, ella tiene cuentas por pagar conmigo y con mi gente.

- ¡No, no es así!, ya le quitaste su finquita, ¡déjala tranquila!

- Me temo que eso no sucederá.

- ¡Atención!, ¡en posición todos!


Tras la orden del general, los acompañantes de Dani se pusieron en marcha para armar un muro de legos y así protegerse del enemigo, pero este muro no duró mucho, puesto que el pequeño hombre robusto lo derrumbó con ayuda de sus acompañantes, unas tarántulas malévolas gigantes. El general Restrepo, no sabía qué hacer, dado que vio derrumbado al señor tren, al joven monopatín y al viejo triciclo. Solo le quedaba en pie: el gran helicóptero y al soldado Oso, pero este no le serviría de a mucho, a causa de que su relleno de felpa no lo hacía tan fuerte.

El general Restrepo no sabía qué hacer, estaba entrando en crisis. De repente escuchó una voz que conocía muy bien.


- ¡Casi que no llego!, me perdí en este camino tan largo - anunció Naranja mientras ponía sus maletas en mitad de terreno de guerra- ¿puedes creer que me cobraron 15 mil pesos en el peaje? ¡soy un pollito, no un carro!

- ¡Naranja! – gritó Daniel- ¡sal de ahí!

- ¿Qué salga de aquí?, me demoré tres horas en llegar, ¿y tú me dices que salga de aquí?

Daniel, notó que su enemigo se acercaba a Naranja, él no permitiría que algo malo le sucediera a su amigo, así que se subió en el helicóptero para aterrizar encima de los malvados. Tras unos 15 segundos sonó un estruendo, ¡CHASH!


- ¡Daniel Restrepo Álvarez! – ahí el general sintió el verdadero terror- ¿¡qué hiciste!?

- ¡Mami es que el señor malvado le iba a hacer daño a la señora y al sargento Naranja! – se excusó con susto al ver la expresión de su madre- estaba ayudándolos…

- ¡¿Ayudándolos?!, ¡te pusiste a sacar todos esos checheres y mire cómo dejó el pesebre que había hecho su mamita, culicagado!

- Pero…

- ¡Pero nada!, me hace el favor y recoge todo esto Daniel.


Así que cabizbajo, aquel general caído se dirigió a reunir todos los juguetes que estaban regados en el lugar.


- Me dejaste morir Naranja – le dijo a su amigo con el ceño fruncido.

- ¡Pero si yo acabo de llegar!


Después de unos buenos regaños por parte de su mamá, Dani fue a pedirle perdón a su mamita porque se sintió mal de todos los daños que hizo en el año – también porque no se quería quedar sin sus buñuelos favoritos- así que, con un suspiro, su abuela le acepta sus disculpas, entregándole dos buñuelos con una almojábana y chocolate, respondiendo Daniel con un tímido “mi Dios le pague”, tomando rumbo hacia el comedor de madera, donde se encontraba su papito Tulio.


- Ay tominejo – dijo el abuelo mientras remojaba la almojábana en el chocolate caliente- usted salió igual de inquieto que al papito.

- ¿Papito, tú eras un aventurero como yo?

- Yo era un aventurero y más- respondió mandando el bocado de almojábana a su boca- ahora pórtese bien y coma tominejo.


Fin.






 
 
 

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